lunes, 28 de marzo de 2011

Entrevista Revista D

“Me expreso a través de frases coreográficas”
Sabrina Castillo interpreta el mundo desde una perspectiva en movimiento.


POR MARCELA MARROQUÍN CABRERA
FOTOS: DANIELE VOLPE

Su larga y roja cabellera no puede pasar desapercibida. Platicar con la coreógrafa.  Sabrina Castillo Gallusser es percibir la pasión que siente por las artes, especialmente por la danza, aunque dice que desde muy niña se sentaba largas horas a tocar piano junto a sus primos. “Mi abuelo era compositor, y mi abuela, pianista. El arte era un tema en común y una experiencia familiar”, comenta.

Hoy tiene una trayectoria de más de 35 años como bailarina y coreógrafa; es la directora y fundadora del Centro de Danza e Investigación del Movimiento de la Universidad Rafael Landívar, así como directora artística y fundadora de la compañía independiente de danza contemporánea Momentum.
Se autodefine más como coreógrafa que como bailarina, ya que siempre sintió la necesidad de crear sus propios movimientos y no tanto seguir una secuencia dirigida. Vive en constante inspiración y siempre está atenta a las demás personas que la rodean para hacer una lectura de sus movimientos, que luego podrá incorporar a sus danzas. De hecho los juegos de sus hijos le han servido para varias obras coreográficas.

¿En qué momento se concibió Sabrina, la bailarina?

De entrada te digo que me siento más coreógrafa que bailarina, pero te explico cómo se dio este proceso. Desde muy niña me interesé en el teatro y en la danza, a pesar de que nunca tuve instrucción académica en danza clásica, sino solo contemporánea. En 1976 recuerdo que no había mucha oferta de este arte, y vino a presentarse al Teatro Nacional la compañía de José Limón, radicada en los Estados Unidos. Cuando los vi supe de inmediato que yo quería hacer ese tipo de movimientos de por vida.  Empecé bailando con Heidy de Irigoyen, quien perteneció al Ballet Folclórico y Moderno y con quien aprendí las danzas de Isadora Duncan. Luego mis maestras fueron Lissette Mertins y Guisella Rosal. En Estados Unidos me gradué de analista del movimiento. En la Universidad, hice teatro y me involucré en el estilo contemporáneo de danza. Ahí fue cuando se fortaleció mi necesidad de expresión a través del movimiento. Gracias a Dios tuve la suerte de tener una infancia llena de movimiento y de muchos experimentos y riqueza en relación con las ciencias y el arte.

¿Combinó, además, el estudio de las ciencias con el arte?

Desarrollé mucha pasión por el lado científico. Eso me lo cultivó mi papá. Mis cuestionamientos siempre estuvieron dirigidos en el campo de las ciencias; sobre todo en las naturales. Estudié en la Universidad Del Valle un Baccalaureatus Scientis en Biología e Ingeniería Agrónoma. La ejercí un tiempo y luego saqué una maestría en Patología Vegetal, que es para diagnosticar enfermedades de plantas. Esto lo entiendo como la constante búsqueda de respuestas en la naturaleza. Me he apoyado en el arte para encontrar respuestas. Siento que cada danza se vuelve una oportunidad de plantear preguntas que nos permiten crear oportunidades de aprender, y esto me parece apasionante.  Como coreógrafa propongo el tema y la dirección, pero también creo en las bondades de trabajar en equipo; mi oficio es mantener ese rumbo y unificar los aportes de todos.

¿Cómo define su trabajo como coreógrafa?

Estoy obsesionada con cada cosa que hago en el día. Si veo algo inspirador en la calle lo complemento con mis ideas; es un trabajo de 24 horas al día. Todo el tiempo estoy pensando en mis coreografías. Me paso horas y hasta días planeándolas. Tengo en mente una danza en la que vamos a dibujar con movimientos corporales las líneas del litoral del Atlántico y del Pacífico, porque van a venir dos bailarines costarricenses, y antes de que lleguen les pedí que prepararan estos movimientos para emular que vienen bailando desde su país. Mi trabajo demanda mucha investigación, por lo que también me enfoco en el campo del método fenomenológico. En esta investigación les pedí a los bailarines que escribieran sobre su experiencia mientras se movían. También le pedí a la escritora Carol Zardetto que, como público, escribiera sobre su experiencia cuando observaba, y yo también escribí lo que me provocaba mientras creaba la danza. De esto salieron tres voces de un mismo tema, y a partir de aquí creé una técnica didáctica: tres voces para una danza.  Durante la presentación se cantaban varios coros con las frases que escribimos, y nos dimos cuenta de que esta es una forma diferente de comunicación artística.

¿Qué es danza contemporánea y cómo la ha ayudado a expresarse en la vida?

A veces dudo de si a lo que hacemos se le debe llamar danza contemporánea, porque cuando la gente piensa en danza ya trae consigo una idea de lo que es moverse en cierta forma. Lo veo de forma distinta, porque si la coreografía necesita palabras, que las lleve, o si necesita gestos, que se incluyan. A una serie de movimientos que hacemos le llamo frases coreográficas, porque son las mínimas secuencias que le dan sentido a una obra, que este caso no es literaria, sino de danza; así como una oración incide en un ensayo o composición. Estoy convencida de que no hubiera podido vivir de otra manera; me parece fascinante el proceso creativo porque en él no se sabe exactamente hacia dónde se va, sino que en el camino se va definiendo el rumbo. La danza y el proceso creativo de hacer coreografías me han permitido estar más atenta al presente, a mi sentido propioceptivo, a las imágenes que formo y a mis propias limitaciones. Últimamente he estado muy interesada en lo que llamo “escuchar” la obra. Empecé a investigar sobre este escuchar la obra visual y me he dado cuenta de que, como coreógrafa, es muy importante que me mantenga inmersa, no solo en el mundo de la danza y el movimiento, sino también en el mundo de la música y de las artes plásticas. Por eso no he dejado de practicar el piano y me reúno con amigos pintores a dibujar. Luego reflexiono sobre nuestros procesos creativos y sobre lo que vivimos al hacer danza con el método fenomenológico y todo esto lo complemento con los estudios sobre filosofía que tengo.


¿De qué forma se traduce Momentum en una sociedad como la nuestra y cuál es su importancia?

Se puede entender como la oportunidad para muchos bailarines de dedicarse profesionalmente a la danza. Ha sido una especie de escuela donde hemos compartido conocimientos, y me gusta mucho el espíritu de búsqueda y de compartirlos. Momentum ha sido un espacio que no solo me ha enriquecido a mí.  La fundé en 1988. En esa época casi no había danza contemporánea y bailábamos en los parques y en las plazas públicas, al punto de que Tasso Hadjidodou nos bautizó como “Momentum para todo terreno”. Me gusta mucho el público de los parques, porque sabe mirar y admirar y se deja sentir por la obra. Además, estos lugares están llenos de vida y distracciones. Poco a poco fuimos logrando espacios en teatros y espacios alternativos. Hubo un tiempo en el que no había muchos bailarines y me apoyaron varios del Ballet Guatemala.  El camino en el arte no es fácil; esa ha sido mi experiencia, pero no la puedo comparar con otras áreas porque solo a esto me he dedicado, pero te digo que a pesar de que en Guatemala hay dificultades es un país en el que se puede soñar y crear porque no se ha construido mucho en este tema, y eso permite abrir espacios valiosos. Creo que aquí hay mucho talento y lo que hace falta es cuidarlo porque dedicarse a la danza seis horas diarias no es lo mismo que tomar clases cinco horas a la semana. Esto marca la diferencia entre alguien que tiene la vocación para ser un profesional, y los que solo gustan de ella. Pero Momentum es una compañía para profesionales. También tenemos clases o talleres pequeños que damos a gente entusiasta de la danza.

¿Qué está haciendo Momentum ahora?

Hoy es la compañía en residencia del Centro de Danza e Investigación del movimiento que pertenece a Artes Landívar de la Universidad Rafael Landívar. Tenemos bailarines que están de forma honoraria; otros que trabajan para la Universidad, y otros tienen contrato con el Ministerio de Cultura y Deportes.  También estoy dando talleres para que las personas aprendan a conocer su cuerpo y se sientan mejor respecto de su espalda, y los dolores que muchos padecen ahí. Trabajo una disciplina que se llama somática, y el análisis del movimiento. La somática es el campo que estudia la percepción del cuerpo en primera persona; es decir, desde el interior de cada uno. En la somática se nos revelan aspectos de la experiencia personal que muchas veces desconocemos. Con esta técnica comprendemos que las divisiones o límites entre lo que se ha denominado cuerpo-mente son difusos y que sus relaciones son más complejas.

Pefil
  • Sabrina Castillo Gallusser ha participado como conferenciante en paneles, debates y espacios de danza en Guatemala, Honduras, Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña.
  • Ha publicado artículos relacionados con la danza en revistas de varios países.
  • Como maestra ha impartido talleres de improvisación, experimentación, composición, somática y danza contemporánea.
  • Ha impartido cátedras de Apreciación de la Danza, en la Universidad Francisco Marroquín (1997); Introducción a la Danza Contemporánea, en la Universidad del Valle de Guatemala (1999); El cuerpo en el siglo XXI, en la Universidad Rafael Landívar (2004), y Del Movimiento corporal a la escultura, junto al artista Dennis Leder (2006).
Fuente: Prensa Libre

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